martes, 7 de agosto de 2012

Capítulo 7. El ascensor

Don Perfecto había esperado por mí para salir hacia el edificio. Él llevó la mitad de los documentos y yo la otra mitad. 

No nos hablabamos, no quería tener nada que ver con ese idiota. 

Llegamos al edificio.

-¿Tomamos el ascensor?-Preguntó Don Perfecto mirándome por encima de los documentos.
-Haz lo que quieras.

Don perfecto apretó el botón y esperamos. El ascensor no tardó mucho y entramos.

No había nadie. Ese ascensor se llenó de un incómodo silencio. Apreté el botón de la tercera planta. El tiempo pasaba y aún seguíamos ahí.

-Esto tarda mucho. ¿No crees, Mel?
-No me hables, y no me llames Mel.
-¿Por qué te caigo tan mal?-Dijo Don Perfecto dejando los documentos a un lado del ascensor.
-Ni te me acerques.
-¿Por qué?-Dijo mientras se me acercaba. 

Empecé a andar hacia atrás y Don perfecto caminaba hacia mí. 

Acabé tropezando con la pared y él se había pegado a mí mirándome fijamente.

Parecía una película de amor, de no ser por el protagonista.

-¿Qué pretendes?-Pregunté.
-Shh.-Dijo mientras me ponía el dedo índice en los labios.

Empezó a acercarse, podía sentir su respiración. Sus labios fueron acercándose hacia los míos lentamente. Quise apartarle pero no podía. Algo dentro de mí me lo impedía.

Nuestras narices se chocaban. Pero, justo cuando me iba a besar se apartó bruscamente de mí con una sonrisa.

-Es decir que te gusto.
-¿Cómo?
-Dejarías que te besase. 
-No, imbécil. Estaba asustada por el ascensor y no sabía qué hacer.
-Ya, y besarme era lo más adecuado.
-Niñato infantil.

Le odiaba. No sabía que podía llegar a ser tan imbécil pero, lo era. 

El ascensor se abrió, entregamos los documentos y me dirigí hacia las escaleras.

-Pobre Mel, no tiene el valor de ir de nuevo al ascensor.-Dijo Don perfecto en un tono desafiante.
-Idiota, ahora vas a ver.

Don Perfecto hizo algunos gestos de burla y se echó a correr yo corrí detrás de él y acabamos de nuevo en el ascensor. Para mi suerte no ocurrió nada.

Volvimos a nuestras casas. Decidí no contarle nada de esto a nadie. Ni si quiera a Sofía.

                                      Continuará

Capítulo 6. Odio

Capítulo 6. Odio

Me planté delante de la casa de la señora Looper. Llamé a la puerta tímidamente y se abrió la puerta. Sonreí débilmente. El rostro de la señora Looper se iluminó al verme. Me hizo un gesto para que pasase. Su casa estaba limpia y muy bien cuidada. 


Habían fotos de adultos y niños colgadas de las paredes de madera. Una foto me llamó la atención, estaba colgada del recibidor. Era una foto antigua, una familia numerosa reunida en un precioso parque. Me quedé embobada mirando todos los detalles de la foto. 

-¡Pero no te quedes ahí embobada, chica!-Dijo la señora Looper desde la cocina.
-Lo siento, es que esa foto me ha llamado la atención.


La señora Looper salió de la cocina para comprobar a que foto me refería.


-Ohh... Esa foto... Es de cuando era joven. ¿Ves? Esa de ahí era yo de niña.-Dijo la señora Looper señalando a una mujer joven.
-Vaya... ¿Ese debería ser su padre?
-No. Ese era mi tío.-Señaló a un hombre de rostro severo y de bigote recortado.-Ese era mi padre.
-Parecía... ¿buen hombre?
-Así es... aunque era muy estricto.-La voz de la sra. Looper empezó a temblar.-Ven a la cocina. Te he preparado un té y unas galletas.



La sra. Looper había cambiado bruscamente de tema. Seguro que era una parte de su pasado  horrible y dolorosa. Entré a la cocina y comenzamos a charlar. Sobre mis estudios, mi familia... Hasta que se hizo la noche y, volví a casa.


En el camino de vuelta, una extraña figura salió de detrás de una farola.


-¡Bú!
-¡Oh! ¡Dios!-Pude observar que era el idiota de Green.
-¿Te has asustado?
-No... para nada.
-Ja,ja. Ya... ¿Donde está tu amiga la pecas?
-En su casa. Y tiene un nombre.
-Ahh... Bueno.-Me tiró de mis largos cabellos y soltó una carcajada.
-Imbécil.-Dije dándole un empujón. Y largándome de allí.


Entré a mi casa. Cené, me cepillé los dientes y a dormir.

Ese  Don perfecto era un estúpido. Me tenía harta. Todos los santos días me molestaba.

No podía dormir. Cerré los ojos con fuerza pero, no podía dormir.

Amanecía, era hora de levantarse. Desayuné, me duché y me vestí. Cogí mi mochila y esperé el autobús. Sofía y el idiota de Green estaban allí.

Sofía me saludó y Don perfecto me miró de reojo. Como le odiaba, era el típico niñato infantil que odiaba.

Sofía me cubrió de preguntas del tipo: ¿No te parece guapo Green? Creo que le gustas, Seguro que está con otra para ponerte celosa.

Le negué a Sofía sus palabras. Y, miré a Green con cara de asco. El autobús había llegado. Subimos. 

Don perfecto me cedió el paso intentando burlarse de mí. Pero, yo di un paso atrás y le dije: Las damas con más clase primero, mi comentario le molestó bastante y subió al autobús enfadado. 

Llegamos al instituto. Las clases, nada fuera de lo normal aparte de que Don perfecto intentaba dejarme en ridículo delante de toda la clase. 

Sofía intentaba calmarme pero cuando me enfado, nada me puede parar.

Lo único que había fastidiado mi día había sido esto, el profesor nos había encargado a Don perfecto y a mí, ir cuando acabasen las clases, al edificio de enfrente a entregar los documentos.

Ese profesor me tenía manía. Apreté los puños en señal de rabia.
Sólo quedaban cinco minutos de clase.

                                   Continuará

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 5. Como perros y gatos

Hoola ^^.  Aquí sigo con el siguiente capítulo.




         Capítulo 5. Como perros y gatos

Llevaba unos... 2 meses en este instituto. Noviembre... Pff... Ahora mismo llegaban esa horrible época: Navidad.


Sí, bueno... Esa época es de felicidad y pasarla en familia, muchas cursiladas. Sinceramente, lo único bueno son los regalos. Pero, con la crisis que hay seguramente que este año "Papá Noél" traerá su saco menos cargado que el año pasado.


 Estos últimos meses, se me han pasado volando y, he podido comprobar que la vida es muy corta... Hay que aprovecharla al máximo porque se nos va enseguida...


Mordisqueaba nerviosamente el lápiz mirando el reloj. Cinco minutos, cinco minutos para acabar esta tortura de estar en clase. 


Una parte de mí, deseaba con ansia que llegase diciembre para que acabaran las clases pero, otra parte de mí no quería que llegase diciembre.


El timbre enfureció y todos salieron como locos. Sofía me esperó. Y, salimos juntas del aula.


-Dentro de poco llegará la Navidad.-Dijo Sofía mientras se colocaba su mochila.
-Lo sé, no me lo recuerdes. Odio esa fiesta.
-Ja, ja. Es un poco pesada... Después de las Navidades siempre engordo uno o dos kilos de más.
-No lo digo por eso... Es que... me traen malos recuerdos.
-Estás pasando por un mal trago Mel , deberías pedirle ayuda a tus padres.
-¿A mis padres? ¡No me hagas reír! -Dije irónicamente. 
-¿Por qué no? Son tus padres, Mel. 
-Bahh... Se preocuparían y me enviarían a un manicomio o algo así. 
-¿Un manicomio? ¿En serio?
-O a un psiquiátrico, ¡yo que sé!
-Eres una exagerada. 
-Tú no lo entenderías...
-Ya... Cambiemos de tema-Dijo Sofía para darme ánimos.


En estos meses, Sofía y yo habíamos hecho muy buenas migas. Jamás pensé que    llegase a tener una amiga... 


Entramos en el autobús y, Don perfecto me puso la zancadilla para que me cayese. Lamentablemente lo consiguió pero, también consiguió una sonora bofetada y una de sus guarras me insultó. 


No le tiré del pelo porque todos me miraban. Me dieron ganas de darle un puñetazo a esa guarra en su cara cubierta de potingues.


Las cosas entre el Green idiota y yo no mejoraban. Siempre me hacía burlas en clase y me tiraba papes con insultos. Yo, me limitaba a enseñarle el dedo corazón. (Ese gesto tan feo) Y, él reía.


Como le odiaba, era un chulo y un niñato. Todo un inmaduro. 


Sofía y yo nos sentamos lejos de él y yo, oía como todos los del autobús se reían de mí por el golpe que me había dado. Me las vas a pagar, moreno de pacotilla. 


Sofía intentaba calmarme y diciendo que no merecía la pena. Pero, yo soy muy rencorosa y vengativa.


-No tiene nada bueno.-Le dije a Sofía.
-Bueno, es muy mono.
-Sí, eso pensaba yo hasta que conocí su "encantadora" personalidad.
-Ja,ja. -Rió Sofía.-Tienes razón es un imbécil de nacimiento.


No era la primera vez que me hacía una de esas jugarretas. Me ponía chinchetas en mi silla, me pegaba papeles en la espalda, me quitaba las cosas y las escondía, me molestaba en los exámenes, le decía a sus guarras nunca acabéis como ella... etc. Idiota, idiota, idiota ese era él.


Me despedí de Sofía. Y, entré a mi casa. Mi madre me miraba sonriente.

-Melody...
-¿Qué pasa?
-Cielo... Lo he pensado y... ¿Conoces a la señora Looper?
-Sí. ¿Pasa algo?
-Creo que deberías ir a tomar el té con ella, esta tarde... Se le ve sola y seguro que tu presencia le agrada.
-¡Mamá!
-¡Nada de replicarme! Irás y punto.
-Si tanta pena te da ve tú.
-¡Se acabó! ¡O vas o estas castigada!


No dije nada más. Y subí a mi cuarto. Bueno... no podría ser tan malo ir a casa de la señora Looper o... ¿tal vez sí?




Continuará...

sábado, 7 de julio de 2012

Capítulo 4. Otoño

Siento haber tardado tanto en escribir...


Capítulo 4. Otoño.

El Sol salía tímidamente por el horizonte. El primer Sol de otoño. El verano había sido increíblemente aburrido y solitario. No habíamos hecho nada. Hoy, empezaba en el instituto de LakeValley. 
Deseaba que todo fuese bien... 


En mis otros institutos... Muchas niñas se reían de mí. Les deseaba el mal con todo mi ser por hacerme llorar y sufrir. Pero, esta vez iba a ser fría y fuerte. No me iba a dejar manipular por unas cuantas gilipollas. Los profesores se ponían de su parte. Era una injusticia. Pero, ya veremos quién es la mala este año.


Desayuné sin ganas. Las tostadas que me había hecho mi madre estaban quemadas. Me dieron ganas de tirarlas pero, me contuve. 


Cogí mi mochila y esperé el autobús sentada en un banco con la mirada perdida. Entonces, Don perfecto se sentó a mi lado.


-Hola... ¿Es tu primer año en el instituto?
-Ehmm... Soy nueva en este pueblo. ¿No tendría que ser nueva en el instituto?
-Ahh... Perdón, solo trataba de darte conversación.
-Pues, no. No me caes bien. Ya tengo la cruz de que seas mi vecino y no quiero aguantarte en el instituto. 
-Dios. ¿Por qué eres tan borde?
-Porque, me da la gana. Y, ahora piérdete. 


Don perfecto puso una carita triste y apenada y se levantó del banco con la cabeza bien alta.


El autobús llegó. El conductor era un hombre de unos... ¿100 años? Era un viejo. Tenía miedo que por culpa de ese viejo tuviésemos un accidente. 


Me senté entre los últimos asientos. No quería que nadie se sentase junto a mí. 

El idiota de Don perfecto se sentó en las primeras filas con una chica. Iba toda destapada. Enseñaba mucho escote, tenía la raya del ojo pintada hasta los mofletes, unos aros colgando de sus orejas que servían perfectamente para jugar al Hula-hop. Llevaba unos pantalones demasiado cortos para estar en otoño.


Bueno, se podía definir que era "la guarra perfecta". En mi edad, todas, bueno, casi todas las niñas son unas zorras. Hay algunas como yo, por ejemplo que son buenas y tenemos dignidad. ¿Ser una guarra barata? ¡No, gracias!


Llegamos al instituto antes de lo previsto. Cuando llegamos, todos estaban como locos mirando las listas. Intenté colarme pero me empujaron como locos... No pude ver nada.

Me pude colar entre unos chicos y busqué mi nombre. Tyler...Tyler... ¡Ah! Aquí estaba. Justo la número 9. Bueno, podría haberme tocado ser la primera. 3ºC era mi clase.

Justo encima de mi nombre estaba el apellido Green. Me arriesgué a leer el nombre y, como yo temía... era Don Perfecto.

¿Cómo iba a ser eso? Él tenía 15 años y yo 14. ¡Debe haber ocurrido una equivocación!


Decidí preguntar donde estaba mi clase. Un profesor me indicó. Y, seguí las indicaciones. Finalmente, llegué a mi clase. Me senté junto a una ventana y otra vez el inepto de Don perfecto se sentó junto a mí y, delante de él un amigo o eso creo...

-¡Green, te he dicho que no te sientes junto a mí!
-Melody, si eres mi vecina, no quiero que estés sola.
-Pues me da igual si estoy sola.
-¿Quién es esa?-Preguntó su amigo.
-Ah. ¿Ella? Es mi vecina, Melody Tyler.
-No quiero que estés sin amigos, Melody.-Dijo Don perfecto intentando ser comprensivo.


Iba a tirarle la libreta a la cabeza pero, una persona conocida se sentó delante de mí.

-Eh... Hola.-Dijo la chica que se me hacía conocida.
-Espera... tú eres... ¡Ah sí! Eres Sofía Leight!
-Sí. Y tú eres Melody Tyler.
-Parece ser que nos ha tocado en la misma clase.
-Vaya...también nos ha tocado con la "pecas".-Dijo Don perfecto apenado, sus palabras provocaron que, Sofía adoptase una expresión triste.
-Mira, niñato. Ya estoy harta de aguantarte intentando hacerte mi amigo. Deberías aprender modales. Ir insultando a la gente por ahí es de muy mala educación.
-Eh...-Balbuceaba Don perfecto.
-¡Te ha dejado callado!-Dijo su amigo.
-Larguémonos. Dejemos solas a la pecas y a doña enfado.-Dijo el inepto ese, mientras su amigo obedecía y se iban a unos pupitres con unas guarras.


Sofía me dio las gracias y, entro una señora mayor por la puerta. Era, bueno... Parecía nacida en la época de los dinosaurios. Dijo que se llamaba Maya Jones o algo así. Y, empezó a hablarnos de los horarios y blablabla. Sofía y yo fuimos las únicas que apuntamos lo que decía la profesora.
Otros, miraban las musarañas y Don perfecto y sus guarras se limitaban a hablar y hacer bolitas de papel y tirárselas a la gente.


Terminó la presentación y Sofía y yo salimos las dos a la vez de la clase.


-Gracias otra vez por defenderme de ese idiota. 
-Ahh. De nada. Se lo tenía merecido.-Dije mientras Sofía se reía. 
-¿Volvemos juntas en el autobús?
-Vale.-Parecía buena chica. A lo mejor terminábamos siendo amigas.


Llegamos a la parada de autobús, estaba esperando ahí. Nos sentamos atrás y empezamos a hablar. Nos gustaban las mismas cosas. 

-El primer día y ya he podido relacionarme con alguien.
-Ja, ja. Lo mismo digo.
-¿No tienes amigas?-Pregunté.
-No, todos aquí me marginan.
-Pues, si quieres podemos ser amigas.


La cara de Sofía se iluminó como un Sol.


-Vale. Seamos amigas.-Dijo Sofía muy feliz. Bueno, le había alegrado el día y ya no estaría sola. 


Llegué a mi casa. Mi madre me esperaba con el almuerzo. Arroz tres delicias bueno, tenía buena pinta. Me lo comí y, mi padre me dijo algo que me alegró. Nos habían instalado Internet. ¡Genial! Podré usar mi portátil. 


                     Continuará



viernes, 22 de junio de 2012

Capítulo 3. Condenadas magdalenas

El capítulo 3. ^^


Capítulo 3. Condenadas magdalenas


Mi madre me había obligado a llevar las cestas de magdalenas a los "encantadores" vecinos.
Llevé tres cestas primero. Total, eran seis así que en dos viajes acabaría.


Llamé la puerta un par de veces de mala gana. Pude ver que, la casa que tenía era de ricos. Tenía un coche impresionante y una enorme piscina. Genial una razón más por lo que ser perfectos.


Una señora con un abrigo de piel, me abrió la puerta.
Sus ojos eran azules cielo iguales que los de Don Perfecto. Pero, ella tenía el pelo rubio. Tenía una expresión muy seria y mostraba un aire de superioridad. 
Genial, Don Perfecto es un niño de mamá.


-¿Quién eres?-Preguntó fríamente.
-Esto... Me llamo Melody Tyler... Mi familia y yo vivimos en esa casa de enfrente.-Dije señalando mi casa.
-¿Y?
-Bueno... mi madre me ha dicho que les traiga esta cesta de magdalenas. Espero que les guste.
-Ah. Vale.-Dijo quitándome la cesta de las manos y cerrando la puerta de un portazo. No me había dado ni las gracias.


 Pensaba que la gente de pueblo era buena, simpática, agradecida... Pero me equivocaba.
Al menos no me había encontrado con Don Perfecto. Era lo único positivo que se me ocurría ver.


Caminé hacia la casa de al lado de los perfectos. Llamé dos veces y, una anciana con una enorme sonrisa apareció ante mí.  
Estaba abrigada con una manta. Tenía unas gafas del año de la pera, de esas que ya no se usan. 



-Hola, joven. Soy la señora Looper.
-Encantada, yo soy Melody Tyler.
-Ohh... Tu familia es nueva aquí, ¿cierto?
-Sí. Mi madre me ha pedido que les traiga estas magdalenas.
-Muchísimas gracias... Dile a tu madre de mi parte que, muchas gracias.
-Se lo diré, señora Looper.-Dije mientras le entregaba la cesta.
-Bueno, hasta otra, Melody. Ya nos veremos.-Dijo mientras me decía adiós con la mano y cerraba la puerta suavemente.


La señora Looper, era buena persona. Me hacía recordar a... mi abuela. Era dulce y buena como ella. Como la extrañaba... Pero, lamentablemente su enfermedad pudo más que ella. 


Hay tantos seres horribles en el mundo y tuvo que morir ella, mi querida abuela. Ladrones, asesinos, violadores...etc. Tanto enfermo mental y ella tuvo que pasar a mejor vida. Puedo asegurar que ella, era mejor persona que todos esos.


Pero, no era momento de recordar. Ya hacía 3 años de eso. Y...no pensaba llorar más, mi abuela no hubiera querido eso.


Llamé a la puerta de la casa que, estaba enfrente de la de la señora Looper.
Un niño de unos seis años abrió la puerta.


-¡Mamá! Hay una chica con magdalenas en la puerta.-Gritó el pequeño.
-¡Si es para vender algo, no me interesa!-Dijo la mujer desde el interior de la casa.
-¡Oh, no! Señora... Yo... soy nueva en el pueblo. Le traigo estas magdalenas...
-¡Ah! Un momento ya salgo.


 Salió una mujer de unos... 40 y tantos. Era alta y delgada. Tenía todos los pelos despeinados. 


-¡Ay, niña! Muchísimas gracias. Soy Alejandra Singht. 
-Encantada, soy Melody Tyler. Vivo enfrente de los perf... ¡Digo! De los Green.
-Menuda suerte la tuya. La señora Green es una bruja. Pero, ojo su marido no sé como la soporta.Seguro que está con otra...
-Ehrr... Lamento interrumpir su jugoso cotilleo pero, debo seguir repartiendo magdalenas. Ya me lo contará otro día.
-¡Espera! ¡Sofía, ven aquí!-Dijo gritando como una loca.


 Una niña de mi edad más o menos salió de la casa.


-Melody, estos son mis hijos Tommy y Sofía. 
-Encantada.
-Encantado. ¡Mamá, dame una magdalena !-Le entregué la cesta de magdalenas a la señora Leight.
-De eso nada. Que esta noche no cenas.Bueno, Melody. Ya nos veremos.-Dijo cerrando la puerta mientras metía a sus hijos en casa.


La señora Leight se iba a llevar bien con mi madre... Las dos igual de chismosas... 


Volví a casa y me llevé las otras tres cestas.
Siguiente casa, la que estaba al lado de la de los Leight.


Llamé a la puerta.


-Pasa, está abierto.-Dijo una voz masculina muy apagada.


 Entré y, seguí el ruido de un televisor. Entré a lo que pensé que era el salón. Había un señor gordinflón y mayor tumbado en un viejo sillón.Miré su casa, estaba toda sucia y, habían retratos de la misma mujer en todas partes. Se movió para comprobar quien era. 


-Hola... Soy Melody Tyler. Mi familia y yo llegamos ayer aquí. Y... mi madre ha hecho magdalenas para todo el barrio así que... Le traigo esta cesta.-Dije mientras la dejaba en una mesa llena de polvo.
-Ahh... Gracias. Yo soy Steve Novotny.
-Encantada, señor Novotny. 
-Dile gracias a tus madre de mi parte.
-Ehh... Se lo diré. Hasta luego.



Salí de allí enseguida. Se notaba que era un hombre depresivo. Apuesto a que extrañaba mucho a esa mujer que estaba inmortalizada en retratos en toda la pared de su casa. Más o menos, pude ver que esa mujer era rubia con unos preciosos ojos verdes. 


Me dirigí a la siguiente casa, no me fijé en dónde estaba muy bien. 


Llamé a la puerta. Se oyeron los ladridos de un perro.


-¡Yo abro!-Se oía desde dentro. De la puerta salieron un chico y una chica de unos 20 años. 
-Ehr... Me llamo Melody Tyler. Mi familia y yo somos nuevos aquí. Y, mi madre ha hecho unas magdalenas para todos. Así que tenga.
-¡Oh! Gracias.-Dijo la chica.-Me llamo Tiffany Lawrence.
-Yo soy Jack Lawrence. Tiff y yo somos hermanos.
-Ahh... Bueno, adiós me tengo que ir.-Dije entregándole a Tiffany las magdalenas.


Lo que más me llamó la atención de esos hermanos fueron que,  los dos tenían unos preciosos ojos grises y el pelo color castaño apagado.


Seguí andando. La última casa. La puerta se abrió antes de que llamase a la puerta. Una señora mayor, de piel oscura y cabellos grisáceos apareció ante mí. Estaba vestida con una falda larga naranja que, no se le veían ni los pies. Llevaba puesta una blusa blanca como las de los gitanos. En la cabeza llevaba puesto un pañuelo naranja. De sus orejas colgaban unos aros de oro. En sus brazos estaban llenos de pulseras. Y, de su cuello colgaba una especie de amuleto.


-Sabía que vendrías, Melody Tyler.
-Co...¿Cómo sabe usted mi nombre?
-Soy adivina. Y por lo que veo, esas magdalenas son para mí.
-Eh... Sí. Tenga.-Dije entregándole las magdalenas boquiabierta.
-Soy Madame Caparella.
-Encantada, usted ya sabe mi nombre... Bueno me debo ir mi madre me está esperando.
-¡Espera! ¿Quieres que te lea la mano?
-Hmm... Vale.


 Madame Caparella, me tomó la mano y empezó a hacer círculos en ella. Me hacían cosquillas. Entonces su expresión se volvió sorprendente. Abrió la boca para decir algo.


-Vas a sufrir por amor.-Me dejó helada. Yo nunca me había enamorado, ni pensaba hacerlo.
-¿De quién me enamoraré?-Dije. Madame Caparella se quedó callada, no me quiso decir nada.
-Es mejor que lo descubras sola. No creo que la sorpresa te agrade mucho.


¿No agradarme mucho? ¿Está diciendo que me enamoraré de un feo? Bueno... siempre me habían enseñado a mirar el interior pero, si fuese buena persona no me haría sufrir por él. 


Me despedí de Madame Caparella. Y, volví a casa. 
Mi madre me estaba agobiando con las preguntas. Le conté todo, sus nombres, sus hijos, su personalidad, cómo era su casa...
Pero, no le conté nada sobre la predicción de que iba a sufrir por amor.


                     Continuará

lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo 2. Don Perfecto

El capítulo 2 ^^


Capítulo 2. Don perfecto.


Amanecía lentamente, uno de los rayos de sol, se coló por la ventana del salón y me deslumbró. Sábado por la mañana. 
Mi padre se había quedado dormido en un cómodo sofá. Y, mi madre se había quedado dormida junto a mi hermana. 
Al levantarme, la madera crujió y provocó el despertar de mi madre.


-Buenos días, cielo. ¿Has dormido bien?-Preguntó mi madre bostezando.
-Pff... Que va. Me duele mucho la espalda.
-Shh... No hables tan alto. Vas a despertar a tu padre y a tu hermana.-Dijo mi madre en voz baja.
-Vamos a la cocina, te haré algo para desayunar.


Entramos a la cocina. Mi madre bostezó unas cuantas veces. 


-Y... ¿Qué te parece LakeValley? Es preciosa, ¿verdad?-Dijo mi madre con los ojos llenos de ilusión.
-Aparte de que no tengo amigos y es una mierda estar sin conexión a Internet y sin cobertura en el móvil... sí, es preciosa.
-No hace falta tanto sarcasmo. ¿Qué quieres para desayunar?
-Buf... Un café para espabilarme un poco.
-No deberías tomar café pero... Vale.


Mi madre encendió nuestra vieja cafetera. Añadió el café y el agua. Lo removió todo y añadió dos terrones de azúcar. Extendió su mano y me dio el café


-¿No quieres nada para comer?-Preguntó mi madre mientras abría las horribles cortinas con estampado de zanahorias. 
-No. No tengo mucha hambre.-Dije mientras acababa de tomarme mi café. 


Mi madre vio la cara que tenía. Mi cara era igual que la de las viejas amargadas que sólo sabían ver programas del corazón y se preocupaban por ellas mismas.


-Cielo... Deberías, ir a dar un paseo para conocer este pueblo un poco mejor.
-Oh... ¿en serio? ¿Crees que por ver unos cuantos sitios de mala muerte me alegrarán el día?-Dije con una expresión de enfado.
-Pues sí. Deberías ir a conocer a los vecinos.
-¿A los perfectos?
-¿A los qué...?
-No nada... Cosas mías, mamá.
-¿Entonces...?
-Está bien...-Dije de mala gana. Mi madre siempre me convencía...


Busqué entre las maletas ropa limpia. Cogí una blusa rosada y unos pantalones cortos. Hacía bastante calor. Me dí una ducha. Y, salí a la calle.
Alguien de los de la casa de enfrente se dirigía a mí. Un perfecto pensé.


-¡Eh, tú!-Me gritó un chico.
-¿Eh...? ¿Yo qué?
-Eres nueva aquí, ¿verdad?
-Ehh... Sí. Llegamos aquí ayer.
-Te he visto salir de esa casa.-Dijo mientras señalaba la asquerosa casa que me había tocado como hogar.
-Vivo ahí. Creo que vives en la casa de enfrente.
-Sí, mi nombre es Daniel Green pero, me dicen Danny.
-Ah bueno Green, me largo a conocer este pueblecito de mala muerte.
-Espera. No sé tu nombre.
-¿Te importa acaso?
-Sí. Eres mi vecina.
-Grr... ¿Eres así de pesadito con todos?
-Sí. 
-Melody Tyler. ¿Contento?
-Vale Tyler. Adiós.


Pero ese Green... ¿qué se cree? ¿El Don Perfecto que le puede caer bien a todos? Pues, si piensa que va a ser mi amigo... Lo tiene más claro que el agua. Aunque... Había que reconocer que era guapo. Su pelo moreno liso era precioso y sus ojos verdes me llamaban la atención... Pero aún así es un inmaduro por hablar con personas desconocidas...


Seguí caminando hasta un parque. Se oía mucha gente hablar bruscamente. 
Tss... Pueblerinos tenían que ser. 
No me gustaba estar sola en ese parque. Me sentía una idiota sin amigos. Así que... Me volví a casa.


Llamé a la puerta y oí la voz de mi hermana.


-¿Quién es?-Preguntó mi hermana.
-Soy yo. Abre.
-¿Yo quién?-Dijo desconfiada.
-Melody Tyler. Ábreme.
-No. Tú no eres Melody. 
-¡Qué me abras, joder! 
-¡Has dicho un taco, se lo diré a mamá!-Se oyeron los pasos de mi hermana corriendo en busca de mi madre.
-¿Melody? ¿Eres tú?-Preguntó mi madre.
-Sí, mamá. Ábreme, por favor.


La puerta se abrió. Entré, mi padre estaba despierto. Estaba instalando el televisor.
Bueno, al menos tendríamos tele. La mayoría de las cosas estaban colocadas.
Mi madre me ordenó a colocar todas mis cosas en mi habitación.
Coloqué cuidadosamente todos mis pósters de Robert Pattinson, Taylor Lautner...etc.
Ordené mis libros en una estantería. Y, las demás cosas las coloqué como pude.


Encontré una foto de mis amigas. Las echaba de menos. 
Oí la voz de mi madre desde la cocina. Bajé las escaleras rápidamente.


-¡Terremoto, terremoto!-Gritaba mi hermana como una loca.


Entré a la cocina y, vi a mi madre con un montón de cestas de magdalenas.


-Y, ¿esto para qué es?-Dije cogiendo una magdalena de un cesto con un lazo anaranjado. Mi intención era llevarme la magdalena a la boca pero, mi madre me la quitó y la colocó cuidadosamente en su lugar.
-Es para los vecinos.
-Mamá. Se supone que ellos te tienen que dar las magdalenas a ti. 
-Pero, es para empezar con buen pie.
-De verdad, mamá...
-Irás a entregarle las magdalenas a nuestros vecinos.
-Dios, ¿por qué yo?
-¿Quieres que Lea te acompañe?
-¡No! Por favor... Ella no...
-Bueno, ya puedes empezar a repartirlas.


                     
                           Continuará...















sábado, 16 de junio de 2012

Capítulo 1. Llegada a Lakevalley

Hola, a todos. Me llamo Judith tengo 13 años y, esta es una historia que he decidido comenzar...


Portada:


Capítulo 1. Llegada a Lakevalley


Se veía perfectamente como el sol se posaba en las hermosas montañas de LakeValley desde la ventanilla del coche de mi madre. Suspiré. Nunca había estado en un pueblo. Supuse que las personas de ese lugar serían muy malhabladas y no tendrían ni la menor idea sobre la tecnología.
Mi hermana pequeña interrumpió mis pensamientos con el sonido de las pompas de chicle de fresa que hacía.
-
¿Te puedes estar quieta?-Dije desde el asiento de delante muy molesta.
-¡Mamá! Sólo estoy masticando chicle.
-¡Eres irritante!-Dije frunciendo el ceño.
-¡Estaros quietas! Estoy igual de cansada como vosotras así que por favor, no me agobiéis. 
La cara de mi hermana tomó una expresión algo molesta.
Me olvidé de ella y me fijé lo rápido que pasaban los árboles. 
En un momento, el coche de mi madre se detuvo en una casa de aspecto muy antiguo. 


-¡Guau! Menuda chabola. Se va a caer a cachos.-Decía mi hermana mientras guardaba su consola en su bolso.
-¡Lea, no seas tan malhablada!- Replicó mi madre.
Mi hermana tenía razón. La casa era una auténtica chabola. El césped estaba todo descuidado y, había basura por todos lados. Se podía afirmar que la gente de aquí no tenía educación.
-Vuestro padre no debe de tardar nada en llegar junto con los de la mudanza. Mientras id a explorar la casa si queréis.


Mi madre abrió la puerta y, emitió un chirrido que, al oírlo se me pusieron los pelos de punta.
Habían unas escaleras de madera. Y, empecé a subirlas. La vieja madera crujía como en una película de terror. 
Llegué al piso de arriba. Había una habitación amplia y con una gran ventana. Esta iba a ser mi habitación. Pude ver que había una cómoda de madera de caoba, llena de polvo. Dibujé mi nombre sobre ese polvo tan viejo. Melody Tyler. 
Me asomé a la ventana. Pude respirar el inconfundible olor a campo. No estaba acostumbrada a ese olor. Era raro para mí. 
En la casa de en frente, estaba muy bien cuidada. Una valla blanca pintada a la perfección y todas las paredes de fuera de la casa pintadas de azul marino. Decidí llamarles a los qué viviesen ahí: "Los perfectos." 


Una sonora bocina me sorprendió mientras miraba las nubes desde mi ventana. Eran mi padre y los de la mudanza. No pude contener la risa al ver a un señor calvo, muy gordo y cejijunto. Parecía un cavernícola de mi libro de sociales de sexto. En cambio, el otro hombre era delgado y con una barba igual que la de Santa Claús. Blanca como la nieve. 


Tardaron dos horas en colocar todos los muebles en la casa. Mi hermana se había quedado dormida en el sofá de cuero del salón. Parecía un angelito. 


Yo, ya empezaba a tener sueño. Eran las once de la noche. Para una chica de 14 años, esa hora es demasiado tarde... Así que. Me acurruqué en otro sillón y, arropada con una vieja manta, me envolví en un mundo de sueños.